Tuve la oportunidad de conocer a Don Gonzalo Rojas en Concepción el año 2002, en una noche de tertulia sureña. Supe de su poesía apasionada y de su espíritu eternamente juvenil. Eso me maravilló, así como también su compromiso con las ideas de toda la vida pero con su mente flexible como un niño curioso.
También supe de su historia de hacer cultura, particularmente de su rol en el desarrollo de las Escuelas de Verano de la Universidad de Concepción. Se deberían re-potenciar y llevar su nombre.
Maravillado también de ¿A quién se ama cuando se ama?
Un hombre amable y sencillo. En fin, un orgullo haberlo conocido y haberlo escuchado.
Don Gonzalo, muchas gracias y descanse en paz.
¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
También supe de su historia de hacer cultura, particularmente de su rol en el desarrollo de las Escuelas de Verano de la Universidad de Concepción. Se deberían re-potenciar y llevar su nombre.
Maravillado también de ¿A quién se ama cuando se ama?
Un hombre amable y sencillo. En fin, un orgullo haberlo conocido y haberlo escuchado.
Don Gonzalo, muchas gracias y descanse en paz.
¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA?
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
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